decidir si te los doy o no. Dame los dos caramelos”. Lauren obedeció de mala gana. Creo que ella esperaba que, puesto que me los había entregado, se los devolvería de inmediato. En esta oportunidad, cerré la mano y le dije que hablaríamos del tema de regreso a casa. Como padres, Betsy y yo no queremos que nuestros hijos tomen lo que no se les ha dado ni que sean insolentes. Queremos que los regalos sean sorpresas agradables, que no los perciban como un derecho garantizado de la vida. Queremos que
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